Blancos primaverales: ¿con qué acompañarlos?

La llegada de la primavera, con días prístinos, que atesoran mayor luminosidad y un sol pleno a flor de piel, invita a los wine lovers a disfrutar una copa de vino blanco joven, fresco, frutado y ligero.

La llegada de la primavera, con días prístinos, que atesoran mayor luminosidad y un sol pleno a flor de piel, invita a los wine lovers a disfrutar una copa de vino blanco joven, fresco, frutado y ligero.

Tras un invierno duro y muy intenso en el hemisferio sur, las temperaturas benévolas se hacen sentir con creces, a partir de un clima ameno, que propone vivenciar experiencias sibaritas al aire libre.

En tiempos en los que se guardan los abrigos en el armario, en tanto las remeras cortas, las bermudas y las ojotas pican en punta, los vinos tintos estructurados, potentes y con prolongada crianza en barricas dan paso a exponentes livianos, de acidez envolvente, ideales para acompañar platos con tintes estivales. 

Así, los días cálidos dejan atrás los platos calóricos, que en invierno se entendieron de maravillas con vinos tintos corpulentos, sofisticados y complejos. Ahora, las combinaciones más salientes se dan entre blancos súper refrescantes con ensaladas y elaboraciones sutiles a base de pescados magros y mariscos.

Lo interesante es que en la Argentina cada vez hay mejores exponentes blancos, ya sea en sus versiones varietal o blend, y los consumidores los valoran con entusiasmo, dejando atrás prejuicios añejos, que no le hicieron bien a la industria.

Por supuesto, como en el universo tintero, aquí hay líquidos complejos, untuosos y con potencial de guarda. Y para cada estilo, hay un maridaje diferente, para disfrutar y compartir en un sinfín de circunstancias.

A la hora de degustar varietales frescos, frutales, simples, verticales, directos, con acidez envolvente y buen equilibrio en boca, el maridaje perfecto será con comidas súper frescas, frugales, simples y rápidas. Ensaladas, pescados fritos, sándwiches a base de vegetales, quesos blandos, sushi, elaboraciones picantes asiáticas y pollos grillés con verduras asadas y tartas de estación son un clásico de las combinaciones enogastronómicas primaverales.

Además, este estilo de vino blanco va muy bien como aperitivos, en las previas de las comidas, y en ocasiones descontracturadas e informales.

Nuestro maridaje recomendado en este segmento de blancos ligeros, va de la mano del Don Valentín Lacrado Torrontés. Etiqueta histórica de nuestra viticultura que desde hace unos años presentó su versión “blanco”, este Torrontés sobresale por su tipicidad varietal, destacando aromas frutales en sintonía con notas de durazno, recuerdos florales como jazmín, rosas y delicadas notas cítricas. Un vino franco y fresco, ideal para acompañar platos picantes o muy especiados, en un fantástico acuerdo por contraposición.

Asimismo, nos encontramos en el mercado actual con vinos blancos modernos, más filosos, de acidez crujiente, minerales y sofisticados. En general, tienen menor expresión aromática, siendo más austeros en nariz, sin tanta frutosidad.

En boca, son elegantes, voluminosos, complejos y merecen ser catados con mayor atención.

Aquí, proponemos una doble elección: Famiglia Bianchi Viognier y Chardonnay. Esta línea sorprende por su gama de vinos complejos e intensos, que logran expresar de manera inigualable las bondades infnitas de los viñedos que la familia Bianchi posee en San Rafael y Valle de Uco.

Famiglia Bianchi Viognier es un vino que en nariz sorprende por su frescura, con notas de flores blancas y frutos tropicales, amalgamadas con las notas de carácter mineral que cede el terruño. En boca es ágil, de acidez natural refrescante y balanceada, con notas florales y frutales que invitan a seguir bebiendo. Acompaña muy bien platos a base de pescados y mariscos, carnes blancas y postres frutados de equilibrado tenor dulce.

 Por su parte, Famiglia Bianchi Chardonnay es un vino con marcadas notas de fruta tropical, con salientes notas de ananá, durazno blanco, notas de vainilla, chocolate blanco y levemente ahumados, que brindan complejidad aromática y elegancia.

En boca es de gran volumen, untuoso, con sutiles notas de crema moca y avellanas, aportadas por su crianza en barricas. Va muy bien con pescados grasos como salmón y trucha, pollo a las brasas, cortes de cerdo (solomillo, bondiola) y quesos semiduros.

Por último, a tono con el calor primaveral, proliferan los vinos dulces, para beber solos, en el jardín o al borde de la pileta, y en compañía de postres y tortas típicas de estas latitudes.

Para este epílogo, el must es Marló Dulce. Un vino de pronunciados aromas frutales y florales, equilibrada acidez y un característico sabor dulce, que lo convierten en una alternativa única para el fin de fiesta en épocas en las que el calor nos invita a brindar por la vida. ¡Salud!